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viernes, junio 14, 2013

AVP, AVC, engaños diabólicos para católicos deseosos de hacer las paces con el mal

La ideología de género es la peor amenaza de hoy contra las religiones, contra la misma idea de Dios creador.

De Vatican Isider.



06/14/2013 

Introvigne: “El matrimonio gay es fruto de la dictadura del relativismo”

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La manifestación parisina contra el matrimonio gay
La manifestación parisina contra el matrimonio gay

Entrevista con el sociólogo turinés Massimo Introvigne, ex representante de la Ocse en la lucha contra la intolerancia y la discriminación hacia los cristianos

GIACOMO GALEAZZI
Ciudad DEL VATICANO
El matrimonio entre personas del mismo sexo ya es legal en 14 países. Siguiendo las reflexiones del presidente de la Conferencia Episcopal de Italia (Cei), Angelo Bagnasco, el sociólogo Introvigne sostiene que “la familia no puede ser humillada y debilitada por representaciones semejantes que, afelpadamente, constituyen un ‘vulnus’ progresivo a su específica identidad, y que no son necesarias para tutelar los derechos individuales, ya garantizados en gran medida por la normativa”.


Profesor, hace tres años, como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio atribuyó la ley sobre el “matrimonio gay” a la “envidia del demonio que confunde y engaña a los hijos de Dios”. ¿Usted considera “católicamente aceptable” la admisión de las uniones civiles sin recurrir a la palabra matrimonio?


El problema no es solo una incertidumbre doctrinal sobre lo que el Magisterio enseña en materia de uniones homosexuales. Para muchos (incluso “conservadores”, dirigentes católicos, sacerdotes, e incluso algún obispo) las incertidumbres doctrinales no existen, pero el problema es que han cedido al mito iluminista del progreso y del carácter ineluctable de ciertas “conquistas” modernas, un mito que vinvula la verdad con el tiempo y que es el pilar mismo de esa “dictadura del relativismo” de la que, siguiendo la huella de Benedicto XVI, ha hablado Francisco. Se han convencido de que la historia avanza en línea recta, que la revolución en contra de la castidad prematrimonial, el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia (mañana la llamarán “aborto post-natal”) son el resultado de procesos “irreversibles”. El tren avanza en línea recta e ineluctablemente. Como máximo (tal y como ha sucedido en Italia con el tema de las uniones homosexuales) puede detenerse un poco en una estación, pero después parte de nuevo. Los que piensan diferente son víctimas, usando las ideas de Francisco, de esa mundanidad espiritual que ha perdido confianza en Dios y sigue las vías del consenso del mundo y de esa desesperación histórica que, nos explicó el Pontífice, proviene efectivamente del diablo.


Diferentes personas en la jerarquía eclesiástica (como el purpurado belga Daneels, el arzobispo de Curia Marini o el cardenal austríaco Schönborn) se han expresado a favor de una solución que legitime una unión civil para personas del mismo sexo. ¿Existe una fracción pro-matrimonio gay en el episcopado?


Hay que distinguir entre las cuestiones doctrinales y las de teoría de la acción. La doctrina es la que expuso el cardenal Angelo Bagnasco y que se encuentra en numerosos documentos del Magisterio. La teoría de la acción lleva a un cierto número de católicos, que desde el punto de vista doctrinal deberían estar ( y muchas veces lo están) de acuerdo con el Magisterio, incluidos algunos prelados, a preguntarse si, desde el punto de vista estrátegico, las uniones civiles no podrían ser un mal menor con respecto al mal mayor que representaría el matrimonio y las adopciones entre las personas del mismo sexo. Primero se aprueba la ley sobre la unión civil (tal vez “vendida” como una alternativa a la ley sobre el matrimonio y las adopciones) y después de algunos años la unión civil se transforma en matrimonio. Las diferentes soluciones (PACS, DICO, uniones civiles…) son esas representaciones semejantes a la familia que el cardenal Bagnasco vigorosamente rechaza y que no son simplemente reconocimientos de los derechos individuales.


¿Existe una “santa alianza” entre confesiones cristianas y otros monoteísmos para defender el matrimonio y la familia tradicional?


Hay, incluso en Italia (por ejemplo algunas iniciativas en Sicilia), colaboración fecunda entre cristianos y protestantes, sobre todo de la llamada matriz “evangélica” y pentecostal, así como en los países del Este, con las Iglesias ortodoxas. Pero también hay ambientes judíos (Benedicto XVI citó al rabino Bernheim, cuyas ideas siguen siendo interesantes a pesar de las posteriores controversias sobre sus capacidades académicas, que provocaron su renuncia como líder de los rabinos de Francia) e incluso musulmanes.


¿El matrimonio homosexual es también un arma ideológica de la cultura laicista en contra de la fe?


Creo que las colaboraciones sobre este tema entre católicos y exponentes de otras comunidades cristianas y religiones derivan justamente del hecho de que la ideología de género, como Benedicto XVI explicó en su discurso a la Curia del 21 de diciembre de 2012, implica la pretensión prometeica del hombre que se hace a sí mismo, que niega la existencia de una naturaleza humana, y la afirmación de que podemos inventarnos como mejor nos parezca una identidad y un modelo de familia. Pero negar la naturaleza significa negar que exista un Dios Creador. Por este motivo, la ideología de género es un desafío mortal para las religiones. El cardenal Bergoglio, que es muy sensible al tema de la acción del demonio en el mundo, atribuyó esta negación de la naturaleza humana a la “envidia del demonio”. Y, en el diálogo con el rabino argentino Abraham Skorka habló sobre un “retroceso antropológico”, determinado por la ideología de género y por la intención de asimilar las uniones homosexuales al matrimonio, una expresión muy fuerte, pero que concuerda absolutamente con el discurso de 2012 de Benedicto XVI. El documento fundamental está constituido por las Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, un texto del 3 de junio de 2003 de la Congregación para la Doctrina de la Fe suscrito por el entonces prefecto de la misma congregación, el cardenal Ratzinger, pero que fue suscrito y aprobado por el Papa, el beato Juan Pablo II, hecho que lo vuelve, como sabemos, parte del Magisterio pontificio.

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