Páginas

domingo, agosto 12, 2007

¿Partenogénesis en varones?


¡Ridículo! ¡Imposible! ¡Impensable! Gritad, bramad, decid lo que queráis, ¡oh, tropa de infelices, llenos de prejuicios científicos!

Yo me limito a transmitiros la sensación —Descartes diría que “pensamiento”— que recorrió mi piel cuando puse el punto final al capítulo pasado, a esa visión delirante y terrorífica de un mundo solitario poblado por mujeres solas. Aunque fueren millones, trillones interminables de féminas galopando solas sobre la arena, será solitario su mundo sin varones. La explosión demográfica de mujeres solas, en una Madre Tierra con sólo hijas, es una paradoja cruel: aunque ya no quepa nadie más en el mundo, ese mundo será un mundo solitario. El libro del Génesis, escrito obviamente por un varón, afirma, justo antes de narrar la creación de la mujer a partir del varón, que “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2, 22). ¿No será que tampoco es bueno que la mujer esté sola?

Mujeres solas. Pesadillas de noche, cuando sueñan con . . . ¡hombres! Pesadillas de día, cuando viven con mujeres. Pesadillas para mujeres por mujeres (como ese hotel para damas y caballeros atendidos por damas y caballeros . . ., que revela las diferencias de fortuna entre los miembros de la nobleza). Esta pesadilla puede pensarse como posible porque existe la partenogénesis en la naturaleza. Comprendo a los lectores conservadores, ya suficientemente escandalizados con la idea de la partenogénesis en mujeres, cuando se revuelcan en sus tumbas al leer mis desvaríos (en mi patria, los conservadores están todos muertos, por lo que se les llama cariñosamente “momios”). Los comprendo, pero no los justifico. Así como la partenogénesis de las mujeres es una realidad en aumento en la esfera simbólica —son tantas las pobrecitas que prefieren vivir sin varones de verdad a la vera: a lo más con machos de quita y pon—, en la conformación de la cultura sin padres, así también cabe pensar como hipótesis en qué pasaría con la partenogénesis en los varones.

(No: no soy un imbécil, sino un buen actor.)

Esa hipótesis de soledad radical recorrió como un escalofrío mis huesos y mi piel, apenas había publicado ya irrevocablemente el capítulo precedente.

Consideremos un segundo cómo podría ser tecnológicamente posible una proeza así, que toda la comunidad de los humanos se propagara por partenogénesis masculina.

De acuerdo: ¡no podría ser sin óvulos! ¡No podría ser sin úteros! La partenogénesis masculina se nos presenta como inconcebible. Pienso, con todo, que la dificultad para concebir la reproducción por vía exclusivamente masculina se debe únicamente a que los hombres tenemos grabada en los genes la necesidad de una madre. La reproducción por vía puramente femenina no es difícil de imaginar, porque, además de la hipótesis estrambótica de la partenogénesis, conocemos la menos estrafalaria —abierta a mayor variedad entre las individuas— de la clonación. Si existe Dolly, la oveja clon, ¿por qué no un mundo de muñecas humanas reproducidas de mujer en mujer, a punta de clonaciones? Sería, hemos dicho, un mundo de terror para las mujeres; pero sabemos muy bien que los mundos de terror pueden ser cualquier cosa excepto imposibles. En cambio, si pudiéramos imaginarnos una Humanidad sin Madre, también podríamos pensar en una tecnología capaz de la clonación y de la partenogénesis por vía masculina.

Piensa tú en esta imagen solamente: Un científico toma, de un varón, células madres adultas. Las cultiva hasta diferenciar líneas de tejidos y generar órganos específicos: riñones, hígados, corazones. ¡El paraíso de los transplantes! Hasta que se le ocurre generar gónadas, cultivar ovarios in vitro a partir de células madres varoniles. De ahí todo se sigue fácilmente. Los ovarios producen óvulos. Los óvulos son usados para clonar a cualquier otro varón. ¿Y el útero? Nada, se usan úteros artificiales, construidos con carne de cadáveres criopreservados.

Y así los niños se anidan y crecen alimentados en el vientre de sus padres muertos.

“¡No! ¡Es científicamente imposible generar gónadas a partir de las células madres!”, me grita ese científico loco que todos llevamos dentro. Él olvida que lo que era imposible para la tecnología hace cien años —inconcebible, absurdo, incluso inmoral— es ahora rutinario y hasta bien visto: generar humanos fuera del vientre materno, clonar mamíferos, barrer ciudades enteras de la faz de la tierra. Él no sabe —son tan tiernos los científicos locos— que, como decía un nazi, los hombres ordinarios olvidan que todo es posible. Así que podemos soñar con que, algún día, el mundo se vea libre de mujeres.

Ahí sí que será todo una pesadilla. No para ellas, sino para ellos. Será una pesadilla el doble de truculenta que para las mujeres.

Una pesadilla para caballeros servida sólo por caballeros.

Sí, amigos, porque un mundo de mujeres sin varones es una pesadilla bajo control. Todavía existirá en el mundo, entonces, la inclinación natural al cuidado, al afecto, a la imaginación. Y ellas, aunque siempre solas y desconcertadas, sin un varón de verdad que pueda servirlas como un padre, un amigo, un marido, ellas no echarán de menos el entrelazarse de los cuerpos en el amor. No sabrán lo que era. En cambio, un mundo de varones solos, sin la saludable censura de una mujer, será una pesadilla fuera de control. Solamente quedará la inclinación natural hacia lo feo, hacia la dominación, hacia el mal gusto, hacia la razón teórica que abstrae de la tuidad del otro. Solamente estará el hombre capaz de poner nombres a todas las cosas, como afirma el Génesis (2, 19-20), sin encontrar en ellas una ayuda ni un descanso.

Una pesadilla para caballeros y niños, un mal sueño.

Y, con todo, esa pesadilla será solamente de día, la de vivir junto a los gritos salvajes de los machos invertidos o la de ser uno de ellos. Sí, porque el normal tremolar de su virilidad hará, de esos varones solitarios, o bestias desbocadas o ángeles sufrientes y acosados —pocos, pocos—; pero jamás podrán ellos olvidar que sobre la faz de la tierra hubo mujeres, calor de esposas, cariño de hermanas, amor de madres.



1 comentario:

  1. Ud. no puede encasillar un poco mas al genero femenino y masculino? Mejor dicho estereotipar cada uno? Es realmente básico, si quiere hablar de este tema ahí que considerar lo que es una mujer y un hombre hoy en día, y al mismo tiempo como nuestra sociedad patriarcal (totalmente indudable) a llegado a controlar la sociedad y como esta cada ser humano en este momento, cada vez mas depresión cada vez mas guerra, cada vez mas mentiras, cada vez mas transgénicos, cada vez mas torpeza. Creo que el ser humano tiene una capacidad enorme de convivir con esta tierra y hacerla crecer plenamente, todo al revés de como esta p
    ocurriendo ahora, y según mi punto de vista, después de leer y estudiar, y mas que nada vivir en este mundo, creo que la solución es simple, o los hombres dejan atrás los prejuicios, esto de demostrarse entre ellos mismos quien es el mas "macho" (uno de tantos ejemplos) y aceptar el lado femenino de ellos mismos, como las mujeres hoy en día al igual que abrazar nuestro lado maternal (por el simple hecho natural de dar a luz) también cultivamos nuestro lado masculino, o simplemente somos puras mujeres amantes entre nosotras misma, y amantes con la naturaleza, que no me parece para nada alocado.

    ResponderBorrar